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2021-04-25 | Homilía del 4º Domingo de Pascua – Domingo del Buen Pastor

Lectura de la Misa

Hechos de los Apóstoles 4, 8-12

Salmo 117

1Juan 3, 1-2

Juan 10, 11-18


HOMILÍA

En la homilía, en la reflexión que vamos a compartir hoy, quisiera, desde las lecturas que acabamos de proclamar, poder intercalar algunos fragmentos de un documento que les voy a recomendar fuertemente, que es un documento sobre la fraternidad humana, la paz mundial y la convivencia común. Es un documento de febrero del 2019 que, el Papa Francisco junto con la máxima autoridad del Islam, firmó en los Emiratos Árabes.


Un documento que nos habla, justamente, de esto: de la fraternidad, de la convivencia y de la necesidad de paz que tiene nuestro mundo.


Vuelvo a las lecturas primero. Hoy aparece Jesús con esta imagen del pastor. Una imagen que, salvo para la gente del campo, no es una imagen muy común. Para quienes vivimos en la ciudad la imagen del pastor es una imagen bastante alejada pero en la época de Jesús, incluso a los reyes se los llamaba pastores de su pueblo. Por eso, si alguna vez vieron la imagen de algún faraón egipcio, recordarán que en su mano lleva, precisamente, un cayado de pastor.


En aquella época, el pastor era, entonces, el ideal de conducción. El pastor era el ideal de acompañamiento. Era el modo ideal de animar una comunidad o un pueblo.


Hay dos características fundamentales hoy, de este pastor que es Jesús. La primera: el pastor da la vida. El pastor da la vida por sus ovejas, es decir, se entrega por amor. Y se entrega por amor y nos invita a nosotros también a dar la vida por amor. Y en realidad dar la vida por amor, por los demás, porque los reconocemos hermanos. Recuerden lo que decía la segunda lectura: "miren cómo nos amó el Padre. Quiso que nos amaramos hijos de Dios y lo somos realmente". Y el ser hijos de Dios nos hace, indudablemente, hermanos porque tenemos un mismo Padre. Esa es la razón fundamental por la que nosotros también, como pastores, tenemos que dar la vida por nuestros hermanos. Dice este documento que les recordaba anteriormente del Papa Francisco y la máxima autoridad del Islam: " la fe lleva al creyente a ver en el otro a un hermano Que debe sostener y amar. Tenemos que ayudar a todas las personas, especialmente, a las más necesitadas y más pobres".


Pensaba, en este tiempo de pandemia, ¿Cuántos fueron los pastores que nos han dado testimonio con su vida de lo que es precisamente dar la vida, de lo que es descubrir que el otro es mi hermano por el que me tengo que jugar? Y por supuesto que es una lista interminable de buenos pastores que nos siguen sosteniendo en este tiempo tan difícil. Pero pensaba recordar el personal médico, todo el personal de la salud, los enfermeros, la gente que trabaja en los hospitales, desde los que están en la limpieza, los que están en el área administrativa...


Pensaba en el personal de seguridad, pensaba en los repositores de supermercados, en los que trabajan en las cajas, en contacto constantemente con gente...


Pensaba también en los que vacunan en este tiempo y que generan tanta esperanza en nuestra gente. Pensaba en los voluntarios de Cáritas, en los sacerdotes, en las religiosas...


En cuántos catequistas, laicos, en cuántos docentes, cuántos maestros...


Pensaba en la gente que recolecta la basura que sacamos todos los días a la calle. Pensaba en la gente que trabaja también en las empresas funerarias y en los cementerios. Cuánta gente que hace bien su tarea. Y esto de hacer bien la tarea, y mucho más en tiempos tan complicados de pandemia, nos habla de gente que está dando la vida porque está poniendo todo por el otro, se está desviviendo para que podamos enfrentar juntos esta situación, que ojalá, termine temprano.


(Con que) terminé temprano, me refiero a que termine cuanto antes, porque también va generando en nosotros una angustia que no nos hace bien y por eso nos tenemos que aferrar de pequeños signos. Y creo que cada pastor bueno, cada hermano que entrega su vida cotidianamente, es de estos signos buenos en los que sostenemos nuestra vida y nuestra esperanza en este tiempo.


Vuelvo al documento este que les contaba, sobre la fraternidad universal. “Queremos hacer un documento, dicen, de modo que invite a todas las personas que llevan en el corazón la fe en Dios y en la fraternidad humana, para que se unan y trabajen juntas. Para que sea, este documento, una guía para las nuevas generaciones. Para que nos podamos comprender y podamos, verdaderamente, descubrir que todos los seres humanos son hermanos. Llamados estamos a convivir para poblar la tierra y difundir en ella los valores del bien, de la caridad y de la paz”. Cuántos pastores buenos están haciendo esto en este tiempo duro de pandemia.


En contraposición a estos pastores buenos que dan la vida, aparecen, en el Evangelio, los asalariados. Los asalariados o los mercenarios, son los que no son pastores. Son aquellos a los que nos les pertenecen las ovejas. Son aquellos que, cuando ven venir al lobo, las abandonan y huyen, porque no se preocupan por las ovejas. Y así como en el tiempo de la pandemia encontramos buenos pastores, también encontramos de estos asalariados o mercenarios: los que piensan solamente en su propio interés, los que se desentienden de los demás, los avivados, los vacunados VIP, los privilegiados, los que manipulan la información y la vida de los otros, lo que generan miedo, pánico, incertidumbre. No necesitamos de ellos en este tiempo. Y en el documento, vuelvo, sobre la convivencia y la fraternidad universal, ya el Papa y la autoridad máxima del Islam nos lo alertaban: "Entre las causas más importantes de la crisis del mundo está: la conciencia humana anestesiada y egoísta, y el alejamiento de los valores religiosos, además de un fuerte predominio del individualismo".


Y más adelante: "las fuertes crisis que vivimos, también han sido causadas por enormes egoísmos que llevan, incluso, a la muerte de millones de niños, reducidos ya a esqueletos humanos, a causa de la pobreza y el hambre. Y reina sobre eso, un silencio internacional inaceptable".


Creo que tenemos que tomar conciencia de que, en el tiempo de la pandemia, no necesitamos de estos asalariados o mercenarios de los que nos habla el Evangelio. No necesitamos de estos que piensan en sí mismos con la conciencia anestesiada, como nos decía el documento de recién. Necesitamos de buenos pastores.


La segunda nota (la primera era: dar la vida): el buen pastor conoce a las ovejas. Conocer no es solamente un tema intelectual. Conocer es haber generado vínculo. Jesús sabe quiénes somos y por eso es más sorpresivo el amor de Jesús por nosotros, porque nos conoce en profundidad, nos conoce en totalidad. Sabe realmente quiénes somos y a pesar de eso, a pesar de nuestras oscuridades y nuestras sombras, nos ama profundamente. Por eso no nos tenemos que cansar de sorprendernos del amor de Jesús por nosotros.


Y pensaba respecto a esto de conocer a las ovejas: nosotros también llamados a ser buenos pastores. Es generar vínculo con nuestra gente. Para nosotros, los que sufren, no pueden ser una cifra. Los que sufren tienen que ser personas con rostros concretos, con nombre y apellido, como lo fueron para Jesús.


El pastor bueno que conoce a las ovejas, no las juzga, no las condena. Al contrario, las ama. Y allí me parece que hay otro importante indicador para poder dar la vida: amar a nuestra gente, amar a nuestro pueblo como Dios lo hace con nosotros.


Pensaba, como otro tema, que cada uno de nosotros también está llamado a ser pastor de sí mismo. Quizás se sorprendan de esto que les digo, pero creo que hay como dos lobos en este tiempo, que nos tienen que alertar y tenemos que aprender a ser pastores de nosotros mismos. ¿Por qué digo esto? Uno de los lobos: el Covid, evidentemente. Cuidarnos de la pandemia. Y entonces, ser pastor de mí mismo, es cuidar mi vida. Y cuidar mi vida es seguir acatando la norma sanitaria, cuidar mi vida es usar el barbijo, cuidar mi vida es el distanciamiento, cuidar mi vida y la de mi familia. Ser buen pastor en este tiempo y saber que mis actos individuales tienen consecuencias sociales, tienen consecuencias en los demás.


Y el segundo lobo qué tenemos que también aprender para cuidarnos de él es, me parece, toda la desinformación. Todo el veneno de las redes. Todos esos videos que a veces encontramos en las redes que generan nada más que culpa, miedo, angustia. Y respecto a esto también vuelvo sobre el documento que les nombre de la fraternidad universal. Y dice así: " pedimos a todos que cese la instrumentalización de las religiones para incitar al odio, a la violencia o al fanatismo ciego. Lo pedimos por nuestra fe común en Dios, que nos ha creado a todos. Dios omnipotente no necesita ser defendido por nadie y no desea que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente".


Cuidémonos entonces, no solo del Covid, sino también de esto, que me parece que le está haciendo mucho daño a la gente, mucho daño a las emociones, mucho daño a nuestra fe. "Dios no necesita ser defendido por nadie y no desea que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente". Por eso, cuidémonos de esos videos y de todo ese material por las redes, que nos hace tanto daño.


Y termino. Hacia el final del Evangelio nos invita a ser un solo rebaño con un solo pastor. Hay una enorme convocatoria a la fraternidad.


Leía hoy que las ovejas, en general, no están solas. Siempre están en manada, siempre son un solo rebaño. Y que cuando hay un enorme peligro, las ovejas, por supervivencia, se empiezan a juntar. Se empiezan a juntar porque saben que es el único modo de defenderse del peligro que las acecha. Ojalá aprendamos de ellas. Y que sepamos que en este tiempo tan difícil de la pandemia tenemos que estar más unidos que nunca. Dejemos las diferencias para otro momento. Es hora, verdaderamente, de vivir unidos. Es hora, verdaderamente, de buscar lo que nos para enfrentar este tiempo tan difícil de la humanidad.


Y entonces, por eso, les voy a invitar, enormemente, a que lean este documento de la fraternidad, de la convivencia y de la paz, que en su momento firmó el Papa Francisco, como les decía, junto a la máxima autoridad del Islam, el gran iman Al Azhar.


Que podamos ser buenos pastores. Demos gracias a Dios por los buenos pastores que en este tiempo de pandemia no sostuvieron. Alertémonos sobre los mercenarios, sobre aquellos que, en este tiempo, buscan sólo su propio interés egoístamente.


Seamos también pastores de nosotros mismos. Ojo con el lobo del covid. Cuídate. Tenemos una normativa sanitaria que la sabemos de memoria pero a veces nos cuesta aplicarla.


El lobo de la desinformación religiosa. De estos videos que nos envenenan el alma, que nos angustian, que nos dan miedo y culpa. Tranquilos porque Dios no necesita que nadie lo defienda ni quiere, como dice el documento, que su nombre sea usado para aterrorizar a la gente.


Y por último, convocados a la gran fraternidad universal. Si las ovejas, animalitos tan sencillos, son capaces de juntarse cuando se ven en peligro, nosotros, ante el peligro de la pandemia, no nos queda otra cosa que también sentirnos más hermanos que nunca.


LECTURAS RECOMENDADAS

  • Documento sobre la Fraternidad humana. Por la paz mundial y la convivencia común

  • Papa Francisco - Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb. Abu Dabi, 4 de febrero de 2019

 
 

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