Lecturas de la Misa
Isaías 50, 5-9a
Salmo 114
Santiago 2, 14-18
Marcos 8, 27-35
HOMILÍA
El evangelio de hoy nos narra un momento crucial en la misión de Jesús, un momento importantísimo en esta misión que Jesús empieza a compartir y empieza a explicar a sus discípulos. Podríamos decir que es un punto decisivo, incluso dentro del evangelio de san Marcos.
Con 2 preguntas: “¿Quién dice la gente que soy yo?” y luego más adelante “¿y ustedes quién dicen que soy?” Será entonces ahí un intenso diálogo entre Jesús y los discípulos, especialmente con Pedro en relación a cuál es la identidad de Jesús, con las dos preguntas ¿quién dice la gente que soy yo y ustedes quien dicen que soy?
También hoy para nosotros este domingo 12 de septiembre es un día crucial, es un día importante en nuestra historia porque es el día de las elecciones.
Como dijimos hace unos domingos los cristianos, tomando palabras del beato monseñor Angelelli, creemos que votar no es solamente ir y depositar una boleta, una papeleta en una urna, sino que tiene que ver con un compromiso que queremos asumir como ciudadanos, no somos solamente habitantes de este territorio, somos ciudadanos y como ciudadanos tenemos derecho a expresarnos. Y por supuesto que en el voto expresamos un montón de sentimientos y de ideales.
Y entonces en este día tan especial de elecciones, me permitiría pedirle prestada a Jesús las dos preguntas que hace hoy en el evangelio. Le pediría a Jesús prestadas estas dos preguntas y las pondría en boca de la Argentina, que sea la República Argentina, que sea nuestro país el que primero pregunte: ¿quién dice la gente que soy yo?. Imaginemos que Argentina hoy nos pregunta: ¿quién dice la gente que soy yo?
Y estoy seguro, que algunos dirán que Argentina es un país que no tiene remedio y alguno, quizá, también diga que es un país con un territorio hermoso, lástima los argentinos, y algunos contestando esta pregunta podrán decir que es un país que fue una gran potencia hace más de 100 años y que hoy está absolutamente hundido en la pobreza, en la inflación y que no tiene futuro. Habrá otros que dirán que es el mejor país del mundo porque somos los creadores de la birome, del colectivo y porque Maradona y Messi son nuestros. Cuántas respuestas si fuese la Argentina la que le pregunta a cada uno de nosotros: la gente ¿qué dice de mí?
Y la segunda pregunta que también nos va a hacer hoy la Argentina a nosotros es: ustedes y vos, que en este momento está celebrando la misa, y vos el que en este momento está escuchando esta homilía: ¿quién decís que soy?
Que sea la Argentina la que ya directamente te interpela vos, ya no quiere la opinión de los demás, la opinión de la gente, sino que Argentina te interpela a vos y te pregunta y te dice ¿quién soy yo para vos?
Creo que hoy con el voto, un poco damos una pista de cuál es nuestra respuesta a esta pregunta. Creo que es importante, en primer lugar, creer que necesitamos de la buena política, de esa buena política que construye el bien común, de esa buena política que se proyecta más allá de las generaciones presentes, que es una política buena que perdura más allá de este tiempo, que perdura hacia el futuro y que piensa en las generaciones futuras. Lógicamente, esto no tiene fines electoralistas, pero qué bueno que podamos creer en la buena política y mucho más en estos tiempos de tanto descreimiento.
Qué bueno que si nos preguntan a nosotros, a cada uno en la Argentina ¿quién dicen que soy? podamos decir que nuestra Argentina es la casa común, que es una familia grande, que Argentina no es solamente un partido político o una ideología, que podamos decir que Argentina es la tierra de nuestros antepasados que soñaron con un país grande y pujante.
Que cuándo Argentina nos siga preguntando ¿quién dice que soy? que podamos responder sos perdón, podamos decir Argentina sos la tierra del trabajo y la tierra del pan, sos la patria de todos, sin excluidos, la patria como padre, el padre de todo un pueblo, de un pueblo que tiene todavía que aprender mucho de lo que es dialogar, un pueblo que todavía tiene que aprender mucho de lo que significa reencontrarse y construir la cultura del encuentro.
¿Quién dicen que soy? ¿Ustedes, vos, qué decís que soy? nos pregunta la Argentina. Le podremos decir: sos el país que, a veces, nos hace sufrir mucho, sos el país por el que lloramos y sos también el país por el que nos enojamos mucho, sos el país que nos duele cuando muchos jóvenes buscan como única respuesta su futuro el aeropuerto de Ezeiza, sos el país que nos emociona, sos el país que nos gustaría que sea un país justo y desarrollado para nuestros hijos.
Y así como están estas dos preguntas que nos hace la Argentina, creo que también la Argentina nos podría hoy preguntar ¿qué país quieren construir?
Y entonces volver a esta idea de la buena política y seguir diciendo que queremos construir la Argentina del trabajo y de la educación, del trabajo como gran ordenador social, teniendo una vez más presente las palabras del Papa Francisco que en su última encíclica nos recuerda que los planes sociales tienen que ser algo solamente provisorio y para un momento.
Luego de estas dos preguntas, Jesús lo frena a Pedro y le vuelve aclarar también que es tiempo de dificultades, es tiempo de Cruz. Le vuelve a plantear que, es tiempo de sacrificio (de sacrificio que algunos argentinos vienen haciendo hace muchísimos años). Pedro no quiere aceptar ese camino. Pedro quiere agarrar un atajo, Pedro no quiere escuchar hablar de sufrimiento, de sacrificio de cruz, de compromiso, de entrega. Pedro no quiere eso y por eso Jesús lo reprende.
La carta de Santiago nos dice que demostremos nuestra fe con obras, que podamos demostrar la fe con obras. Hoy creo que es otra oportunidad que tenemos como país que inició la democracia como su forma de gobierno. El Conicet en una de las últimas encuestas sobre religión, los argentinos respondieron que, en términos generales, más allá de la religión de cada uno, cerca del 80% de la gente cree en Jesús.
Qué bueno sería entonces que, si realmente somos una Argentina creyente más allá de las distintas Iglesias y religiones podríamos demostrar nuestra fe con obras, podamos demostrar que la política vale la pena ser vivida en nuestro país, podamos demostrar que cada uno de nosotros va a poner lo mejor para construir la Argentina que soñamos.
Algunos ayudarán de la mano quizás a los ancianos a cruzar un arroyo, los políticos la clase política se tendrá que ocupar de construir el puente; algunos se han ocupado y se siguen ocupando de darle de comer a los más pobres, la clase política se deberá ocupar de dar trabajo a todos. Cada uno desde su lugar, vivir para construir la Argentina que soñamos.
Y entonces cuando la Argentina más adelante, en el futuro, nos vuelva a preguntar ¿ustedes y vos quién decís que soy? podamos decir que Argentina es el país de todos, el país de la justicia, de la educación, de la libertad, del respeto, el país de nuestros hijos, el país de nuestros nietos, el país que nuestros abuelos soñaron.
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