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2021-09-19 | Homilía del 25º Domingo del Tiempo durante el año

Lecturas de la Misa

Sabiduría 2, 12. 17-20

Salmo 53

Santiago 3, 16-4,3

Marcos 9, 30-37


HOMILÍA


En el evangelio de hoy del capítulo 9 de san Marcos, Jesús anuncia lo más importante de su misión. Jesús anuncia que va a ser entregado a los hombres, que lo mataran y que tres días después va a resucitar. Inmediatamente después de recibir este anuncio dice que los discípulos no lo entienden y nadie hace preguntas. Podríamos decir que se da uno de esos clásicos problemas de comunicación, entre un Jesús que anuncia que va a ser entregado a los hombres, que lo van a matar y que a los tres días va a resucitar, y sus discípulos que, quizá, desconcertados no entienden nada y entonces se callan y, por lo tanto, parece que ahí se corta el diálogo entre ellos.


Para confirmar que claramente los discípulos están, podríamos decir, en otra sintonía de radio, después de haber recibido este anuncio tan importante por parte de Jesús, los discípulos se ponen a discutir sobre quién de ellos era el más grande, quién de ellos era el más importante en esta comunidad de discípulos.


Estoy seguro que Jesús habrá experimentado que verdaderamente los discípulos no habían prestado atención a sus palabras. Jesús habrá experimentado esto que, a veces, sienten las madres cuando dicen “parece que le hablo a las paredes”. Sí, Jesús parece que le hablaba a los muros o a las paredes que los discípulos tenían construidas en su cabeza y en su corazón, y por lo tanto cuando Él les hace un anuncio tan importante, ellos no preguntan y se callan, y paralelamente se ponen a discutir sobre otra cosa, se ponen a discutir sobre cuál de ellos es el más importante y cuando Jesús les dice “de qué estaban hablando por el camino”, ellos callan.


Evidentemente como dice el dicho vulgar: “tenían cola de paja”, sabían que no estaban haciendo bien las cosas, sabían que no habían prestado atención a Jesús, sabían que no habían abierto el corazón y la mente a recibir ese mensaje tan contundente de lo que iba a ser la misión de Jesús en Jerusalén, y por eso se callan.


Cuántas veces nosotros también tenemos problemas de comunicación en nuestras comunidades, casi que es un clásico, cuando tenemos reunión de comunidad, reunión de Consejo Pastoral decir: el problema es que no nos sabemos comunicar.


Cuántas veces tenemos discusiones estériles. Cuántas veces estas peleas, cuántas veces le echamos culpa y le ponemos energía a un montón “a qué sí dije, no dije, me escuchaste, no me escuchaste”. Cuánta energía, cuánto tiempo se nos va en agredirnos, cuánto tiempo se nos va, a veces, en ocupar el lugar más importante. Esa comunidad de discípulos evidentemente es una comunidad que nos refleja a todos nosotros.


Jesús dice inmediatamente después que se sentó, ´se sentó, llamo a los doce y les dijo: el que quiere ser el primero debe hacerse el último de todos y el servidor de todos´.


Y acá quería prestar atención a este Jesús sentándose, a este Jesús, que me imagino, que cuando se sienta se arma de paciencia, se arma de paciencia porque, una vez más, les va a explicar lo que significa el servicio, una vez más les va a explicar lo que significa estar al servicio de los demás y no estar peleando por los primeros lugares y por el reconocimiento y los aplausos.


Una vez más, Jesús le va a explicar con santa paciencia cuál es su misión, a pesar de que ellos habían vivido ya con Jesús momentos importantes como dos multiplicaciones de los panes en el evangelio de Marcos, a pesar de que ellos habían sido testigos de curaciones, habían sido testigos de milagros, algunos de ellos incluso habían estado en el Monte Tabor con la transfiguración de Jesús, igual el Señor se arma de paciencia, se sienta y les explica quién es, y les explica lo que es el servicio, y les explica que el que quiera hacerse más importante debe hacerse el último de todos.


Y pienso que, así como nuestras comunidades igual que estos discípulos tienen problemas de comunicación, así como también, igual que esas comunidades nosotros a veces peleamos por los primeros lugares y se nos va toda la energía peleando, discutiendo. También como con los discípulos, hoy Jesús nos sienta y con paciencia una vez más, nos vuelve a recordar cuál es su misión y nos vuelve a recordar que nosotros somos testigos, discípulos misioneros de Jesús, que por lo tanto si realmente queremos ocupar un primer lugar debemos ponernos al servicio y ser los últimos.


El Señor se sienta con paciencia y nos vuelve a explicar. Pedirle también como don para nuestras comunidades, la paciencia. Cuántas veces se nos vuelan los pájaros rápidamente y le exigimos al otro que comprenda un montón de cosas del Evangelio y que nosotros ni siquiera vivimos. Cuántas veces, tenemos esos arranques y rápidamente decimos: yo renuncio, no vengo más. Tomemos hoy la imagen de Jesús, que se sienta, se arma de paciencia y una vez más nos vuelve a decir quién es, cuál es su misión y qué significa el servicio.


Y como para que no quede todo en palabras, no solamente Jesús se armó de paciencia y les explicó, sino que también quiere tener un gesto, un gesto que básicamente, digo yo, tiene 3 partes: el gesto es tomar a un niño, ponerlo en medio y abrazarlo.


Primera parte: toma a un niño. En aquella época los niños eran considerados proyecto de hombre, no eran todavía considerados personas, entre otras cosas, porque en aquella época la vida era extremadamente cruel y violenta y por lo tanto muchísimos niños no llegaban a la edad adulta, casi que había una desatención a los niños, hasta para no encariñarse con ellos, sabiendo que por violencias, por guerras, por pestes, por enfermedades, no todos iban a llegar a la edad adulta, entonces para que encariñarnos con alguien que no va a vivir mucho tiempo. Así de dura y de cruel era la vida en aquella época.


Los niños como no eran personas, no tenían derechos; el niño es símbolo de las personas débiles, el niño es símbolo de las personas desvalidas, es símbolo de los necesitados que necesitan ayuda, apoyo y defensa. No por nada Jesús toma un niño y lo pone en medio. Y si leemos distintas escena del Evangelio parece que siempre había niños dando vuelta alrededor de Jesús. Quizá en Jesús encontraron ese cariño, esa ternura, esa mirada que, en general, esta sociedad tan cruel no les estaba prestando atención y por eso lo buscaban. Quizás iban detrás de Él porque sabían que ahí había un amor legítimo, un amor puro que no recibían en sus propios hogares. Jesús toma un niño.


El segundo gesto, dice el evangelio que lo puso en medio y, si lo puso en medio, quiere decir que Jesús primero saca del medio todas las discusiones que se estaban dando hasta el momento. Jesús saca del medio los problemas de comunicación. Jesús saca del medio este debate sobre quién era el más importante. Jesús saca del medio los cargos. Jesús saca del medio todas las rencillas y pone en el medio al niño, este símbolo de fragilidad, este símbolo de persona necesitada que busca apoyo y cariño.


Podríamos decir que Jesús en medio de esa comunidad de discípulos pone a los pobres, en medio de la comunidad pone a los pobres y al ponerlo en el medio, me imagino que el niño está a la misma distancia de todas las personas. Nadie puede decir: está más cerca tuyo, hacete cargo. Nadie puede decir: no lo vi. Jesús los pone el medio, por un lado, porque el centro son los pobres pero también para decir: de esto se tienen que hacer cargo todos, todos están a la misma distancia, es un problema de todos, es un desafío de todos vivir este servicio y recibir este niño, porque en este niño me están recibiendo a mí, dice el Señor.


Creo que entonces así como la comunidad de discípulos es igual a la nuestra, en cuanto a su problema de comunicación y discusiones estériles, así como la comunidad de discípulos es igual a la nuestra que necesita, a veces, de este Jesús que con paciencia nos vuelve a decir que el servicio está por sobre todo y que el que quiera ser primero debe hacerse el último, también creo que nuestra comunidad es igual a la comunidad de discípulos y hoy Jesús vuelve a poner en el medio a los pobres, hoy Jesús vuelve a poner en el medio a estos niños símbolo de la pequeñez, de la fragilidad de la vida.


Poner en el centro de nuestras comunidades y de la Iglesia a los pobres, es ponerlo en el medio a Jesús, porque Jesús se identifica con ellos.


Podríamos pensar quiénes están en las comunidades concretamente, a quién ponemos en el centro de nuestras catequesis, a quién ponemos en el centro de nuestras liturgias, a quiénes ponemos en el centro de nuestras reuniones de Consejo Pastoral ¿son los más pobres? O en el centro está la discusión si me dejaste el salón sucio, en el centro está quién tiene las llaves, en el centro está la discusión de quién es coordinador, en el centro está la discusión de quién se llevó las cosas o a cuánto vamos a vender las empanadas.


Creo que, a veces, podríamos volver sobre este evangelio y volver a poner en el centro al verdaderamente importante, que es el pobre, porque es Jesús, es Jesús que se identifica enormemente con los pobres.


Y el tercer símbolo. Dijimos que, primero Jesús lo tomo al niño, después Jesús lo puso en medio y después dice que: “lo abrazó”. Qué hermoso gesto, abrazar. Nosotros también en los pequeños y los pobres lo estamos abrazando a Jesús y si nuestros brazos abrazan a Jesús, si nuestros brazos abrazan a los vulnerables, a los dejados de lado, a los marginados, a los discriminados, no nos van a quedar brazos para aferrarnos a los puestos, para aferrarnos a un cargo, para aferrarnos a un salón, para aferrarnos a la discusión por el precio de las empanadas, o para aferrarnos para discutir de cosas absolutamente estériles.


Por suerte Dios, nos dio solamente dos brazos, si los dos brazos ocupamos en abrazar a los vulnerables, a los pobres y en ellos a Jesús, no quedan brazos para aferrarnos y agarrar otras cosas que no tienen la misma importancia.


Termino, creo que abrazar a Jesús en los pobres es abrazar la libertad del servicio, es abrazar el Evangelio, es abrazar el proyecto del reino, creo que abrazar a los pobres es ser un poquitito Dios, que abraza con ternura a sus hijos más necesitados, que son sus predilectos por eso Jesús está en cada uno de ellos.



LECTURA RECOMENDADA PARA LA SEMANA

- Plegaria para un niño dormido. Luis Alberto Spinetta.


 
 


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