Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo.
Lecturas de la Misa
Daniel 7, 13-14
Sal 92
Apocalipsis 1, 5-8
Juan 18, 33-37
HOMILÍA
Celebramos hoy esta solemnidad de Jesucristo, Rey del universo, una fiesta instaurada por el Papa Pío XI en 1925. Europa estaba viviendo en aquella época un momento muy difícil, un momento económico complicado, un momento social muy complicado, era el tiempo de la posguerra después de la Primera Guerra Mundial y en ese contexto el Papa Pío XI dice: Jesús rey del universo.
Me imagino al Papa diciendo: si el mundo viviese según la ley del Evangelio, si el mundo viviese de acuerdo con lo que Jesús nos enseña otro sería el cantar, otro modelo social, otro modelo económico tendría Europa en ese momento. Y entonces… creo que esta intuición de Pio XI tiene que ver con darle nuevamente protagonismo a Jesús, a su enseñanza, al Evangelio, en un mundo que había olvidado muchas cosas ligadas a las enseñanzas de Jesús y por eso, mundo violento, un mundo que había generado tanta pobreza, un mundo que había generado tanto conflicto.
Hoy también nosotros podríamos pensar en este 2021 y queremos que Jesús reine en nuestros corazones y, también queremos que Jesús reine en nuestra sociedad. Las cosas no están bien y quizás también podamos decir, que si prestásemos atención, si viviésemos de verdad las enseñanzas de Jesús otro sería el cantar. Tendríamos una sociedad más justa, más fraterna, podríamos vivir mejor el valor de la solidaridad, el compromiso, del perdón, podríamos descubrir que el otro es mi hermano y no mi enemigo.
Igual que Pio XI entonces, hoy también queremos pedirle a Jesús que reine en nuestros corazones, en nuestra sociedad, pero creo que tenemos que tener cuidado, tener cuidado porque tenemos que pensar cuáles son las características de este Rey. Cuáles son las características de este reinado de Jesús, todos en la cabeza o en la imaginación tenemos alguna imagen de un rey, corona, trono o cetro real, una corte que aplaude y que festeja a su Rey, palacios, dinero, riqueza.
Ese es el rey que todos tenemos en la cabeza pero creo que el reinado que nos muestra hoy Jesús cuando nos dice: “mi realeza no es de este mundo” nos está diciendo que el reino de Jesús es otro. Por eso podemos hoy también pedir: queremos que Jesús reine nuestros corazones, queremos que Jesús reine en nuestra sociedad, pero cuidado con que estemos esperando al rey con corona, con cetro y con una corte de aplaudidores.
Nuestro rey es el rey del Evangelio que hoy se muestra frágil, vulnerable, acusado injustamente, a punto de morir, burlado por todos. Pilato lo tuvo al lado de él, sin embargo Pilato no pudo ver. Pilato no pudo descubrir que Jesús era Rey, no pudo ver su realeza porque quizá también Pilato tenía la imagen de los reyes con corona y con poder.
Lo primero que vamos entonces hoy a pedirle a Jesús es que limpie nuestra mirada para que no nos pase lo mismo que a Pilato, para que nosotros si podamos descubrir al verdadero rey. Por eso dice hoy la primera lectura el Profeta Daniel: “yo estaba mirando en las visiones nocturnas y vi al Hijo del Hombre”, y por eso después la segunda lectura del Apocalipsis dice: “él viene sobre las nubes y todos lo verán”.
Queremos verlo a Jesús rey del universo, queremos verlo, y entonces nos tendremos que preguntar dado que nuestro Rey es ese hombre frágil, vulnerable, acusado, burlado, sangrando que nos relata el evangelio. Preguntamos ¿vemos al rey Jesús en los más pobres, vemos al rey Jesús en los rechazados, discriminados de hoy, vemos al rey Jesús en los excluidos que buscan comida en un basural, vemos al rey Jesús sentado en un trono de oro sin un banquito en la puerta de su casa precaria, vemos al rey Jesús en los jóvenes adictos que no tienen un centro de diamantes en la mano sino que lo que tienen es una lata de pegamento, vemos al rey Jesús en los enfermos y en los depresivos crucificados por su angustia y por su soledad? Pilato no pudo ver. Ojalá Dios nos purifique la mirada y nosotros podamos descubrirlo en los crucificados y los que sufren hoy.
Igualmente creo que no es un tema solamente de limpiar los ojos y parece que tiene que ver a veces con un tema de fe, ¿en qué Dios creemos? A veces nos parecemos a los zelotes. Los zelotes eran los revolucionarios de la época de Jesús que esperaban al Dios conquistador, al Dios que se llevara todo puesto, esperaban al Mesías que avanzara violentamente contra todos los qué pensaban distinto y que reinara. Parecemos esos zelotes.
Nosotros tenemos que aprender a creer en el Dios del pesebre, en el Dios presente en cada hermano necesitado, en el Dios de la cruz porque allí está la fuerza de Dios. Hasta a veces por cuestiones ideológicas nos cuesta descubrir a este Rey sencillo, el rey pobre, rey de los estúpidos.
Pidamos entonces hoy que el verdadero rey, el rey del Evangelio, Jesucristo reine en nuestros corazones, y ¿qué significa que reine en sus corazones? Y que, en nuestros corazones reine la sencillez, que en nuestros corazones reine la humildad, que en nuestros corazones reine el perdón, que en nuestro corazón reine la fraternidad. Este reinado de Jesús lo empecemos a contagiar. ¿Y cómo lo contagiamos? Con nuestras actitudes: cuanto más perdón, cuanto más sencillez, humildad, cuánto más compromiso, cuánto más solidaridad, estamos desparramando el Reino de Dios. En gestos sencillos, en gestos pequeños. No parecernos a un rey por el poder, por la lucha de poder, por el egoísmo, por la búsqueda de bienes materiales. Parecernos a nuestro rey, el rey de la Cruz, el que tiene una corona de espinas, el rey que perdona a todos.
Estamos comenzando el tiempo del Sínodo. El Sínodo es justamente caminar juntos. Creo que es un buen tiempo para que Jesús reine, caminemos juntos y quizá lo que tengamos que hacer es abajarnos, dejar de estar en luchas de poder, sentirnos verdaderamente hermanos y dejarnos guiar por el espíritu de Dios, y vivir más que nunca el servicio, el perdón, la humidad, porque en definitiva, cada uno de nosotros con esos pequeños gestos cotidianos vamos a poder hacer realidad aquello que pensó alguna vez Pio XI: que Jesús reine en nuestros corazones, que reine nuestra sociedad, no con corona y con centro real sino identificado con los que sufren.
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MOMENTO DE ORACIÓN POR LA FASE DIOCESANA DEL SÍNODO 2021-2023
Ustedes saben que el Papa Francisco ha convocado a la Iglesia de todo el mundo a este sínodo, a este caminar juntos, a este proceso sinodal 2021 -2023.
Como dice el Papa, no es nada nuevo y tampoco quiere ser un eslogan o una palabra de moda, es un modo de ser de la Iglesia, la Iglesia tiene que ser Pueblo de Dios en el que todos se sientan protagonistas, en el que como ese rey del universo que nos iluminó con la Palabra de Dios, seamos sencillos, humildes, que quizás como jerarquía tengamos que abajarnos algunos y tengamos que darle protagonismo a la escucha de nuestro pueblo. En el que no podamos sentir verdaderamente hermanos, en este caminar juntos.
Y comenzamos formalmente la etapa diocesana del Sínodo, es decir, las comunidades de Santa Cruz y Tierra del Fuego se suman a esta convocatoria de Francisco y queremos vivir nuestra etapa diocesana.
Que será tener distintas prácticas y ejercicios en nuestras comunidades de aprender escuchar y aprender a escuchar todas las voces, incluso las voces que nos incomodan, siempre guiados por el Espíritu de Dios.
Vamos entonces a pedirle al Espíritu que nos ilumine, que sea verdaderamente el Espíritu Santo el que nos dé ganas de caminar juntos, ganas de escucharnos.
Alguno tendrá, quizá, la tentación de decir ‘y ahora el Papa viene con esto’. El Papa no viene con nada nuevo, como nos dice él: la Iglesia siempre caminó de esta manera. En los Hechos de los Apóstoles vemos una Iglesia que camina, una Iglesia que discute, pero especialmente una Iglesia que se deja animar por el Espíritu de Dios.
Vamos entonces a encender una vela que nos va a acompañar en toda esta etapa diocesana de nuestro Sínodo y vamos a pedirle especialmente al Espíritu que ilumine nuestras comunidades, que ilumine a sus sacerdotes, sus religiosas, que ilumine a nuestros laicos y que ilumine a todo nuestro pueblo, al pueblo sencillo que tiene mucho por decir, que tiene mucho por enseñarnos.
Recemos…
Ven, Espíritu Santo.
Tú que suscitas lenguas nuevas y pones en los labios palabras de vida,
líbranos de convertirnos en una Iglesia de museo,
hermosa pero muda, con mucho pasado y poco futuro.
Ven en medio nuestro, para que en la experiencia sinodal
no nos dejemos abrumar por el desencanto, no diluyamos la profecía,
no terminemos por reducirlo todo a discusiones estériles.
Ven, Espíritu Santo de amor, dispón nuestros corazones a la escucha.
Ven, Espíritu de santidad, renueva al santo Pueblo fiel de Dios.
Ven, Espíritu creador, renueva la faz de la tierra. Amén
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LECTURA RECOMENDADA PARA LA SEMANA
Materiales sobre el Sínodo en: https://primeramisaargentina.wixsite.com/1abril1520/sinodo2021-2023
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