Lecturas de la Misa
Sofonías 3, 14-18
Salmo: Isaías 12, 2-6
Filipenses 4, 4-7
Lucas 3, 2-3. 10-18
HOMILÍA
Estamos en pleno mes de Diciembre, mes de mucha ansiedad porque hay que terminar muchas cosas de nuestros trabajos, mes de muchos nervios, mes de mucho cansancio por las cargas de todo el año. Y en este clima tan acelerado de Diciembre se nos propone el tiempo del Adviento, se nos propone este tiempo litúrgico que es el tiempo propio de la esperanza, una esperanza que, en este mes de Diciembre, se siente amenazada por la ansiedad. La ansiedad es querer todo ya, inmediatamente, con resultados inmediatos. Cuando esos resultados no llegan, entonces, nos desanimamos y ahí perdemos la esperanza, y la esperanza va más allá de los resultados inmediatos, por eso es como una tensión constante que vivimos en este tiempo.
Invitados a vivir en la esperanza, la esperanza en la venida de Jesús, de la esperanza también en su regreso. Y por otro lado, un Diciembre cargado de un montón de emociones, entre otras la ansiedad, que es como el veneno de la esperanza, incluso nos ponemos irascibles, nos ponemos nerviosos, y nos irritamos con mucha facilidad.
En este contexto también hoy, tanto la primera lectura de Sofonías como la segunda lectura de la carta de Pablo a los filipenses, nos hablan de la alegría. Nos proponen la alegría, con lo cual cada uno podría decir: pero ¿qué es lo que pasa? ni Pablo, ni Sofonías han vivido en Argentina en un mes de Diciembre. ¿Cómo nos pueden proponer la alegría en un tiempo por un lado tan desafiante con tanto acelere, con tanto nerviosismo, con tanta ansiedad?. Por un lado, me dicen el Adviento, tiempo de esperanza y ahora encima nos vienen a pedir que seamos cristianos alegres.
Es que así es la buena noticia del Evangelio, muchas veces podríamos decir que va contra corriente. Por eso tenemos que esperar contra toda esperanza y por eso también hoy tendremos que estar alegre más allá de todo lo que pase.
¿Cómo estar alegres? ¿Cómo estar alegres? y me acuerdo de un libro del padre Olaizola, un libro de un jesuita que dice: “estar alegre aunque sea de noche” ¿Cómo hacemos?
En primer lugar, como definición del Papa Francisco: la alegría como la certeza que tenemos en lo profundo del corazón que Dios nos ama, que Dios nos acompaña, que Dios nos salva. Esa tiene que ser como una certeza que no puede borrarse de nuestro corazón, es como cuando queda algo pegado en la asadera que ponemos en el horno y nos cuesta que salga. Bueno, así tiene que ser, bien pegado en lo profundo del corazón está certeza que Dios me ama, que Dios me acompaña, que Dios me salva, que no está todo perdido. Entonces más allá de lo que nos vaya pasando esa alegría en lo profundo del alma será intocable. Podemos tener muchos problemas pero esa seguridad, como dije, no la vamos a poner en cuestión porque sabemos que Dios me ama y esa certeza es mi alegría.
A partir de esa certeza decía ¿por qué otros motivos podemos ser cristianos alegres más allá de los problemas que cada uno de nosotros tenga? Se me ocurría pensar, por ejemplo, que tenemos que estar alegres porque no estamos solos, porque creemos que Jesús, es el buen pastor que acompaña sus ovejas. Y entonces sentirnos abrazados por Él en todo momento. Alegres porque no estamos solos. Se me ocurría también pensar otro motivo para estar alegres más allá de los problemas, que Dios nos regaló la libertad, la libertad para elegir, e incluso la libertad para desandar el camino equivocado y volver a elegir por el camino del bien. Pensaba también que, podemos decir que somos cristianos alegres porque creemos en un Dios que es infinita misericordia y que siempre me da otra oportunidad y que me perdona siempre.
Quizás, la noticia más importante que tratamos de transmitir hace unos días, el 8 de Diciembre en los bautismos. Decirle a la gente: Dios te ama, decirle a la gente: Dios misericordioso siempre te da otra oportunidad, entonces más allá de los problemas ahí también hay un motivo para estar alegres.
Otro motivo para estar alegres: porque podemos abrazarnos y encontrarnos desde nuestra propia debilidad y desde nuestra propia vulnerabilidad. Qué bueno asumirme débil, asumirme vulnerable, pero saber que camino con otros hermanos que también lo son y que entonces podemos encontrarnos en nuestra propia debilidad y podemos ayudarnos, podemos sostenernos.
Pensaba también, como otra causa más para estar alegres más allá de los problemas, porque sabemos que el bien al final se impone, porque creemos de verdad que la vida triunfa y que la muerte no tiene la última palabra, porque somos testigos del Resucitado, de ese Jesús que murió en la cruz y que venció para siempre la muerte con su resurrección.
A mí se me ocurrían estas ideas, que vuelvo a decir, tienen que ser como la base de la asadera que uno no puede despegar. ¿Por qué tengo que estar alegre más allá de todo lo que me pase? porque existo, soy persona y Dios no me deja solo, es mi buen pastor. Tengo que estar alegre también porque me regaló la libertad para elegir y también para desandar el camino y volver a elegir cuando me equivoco, porque siempre me perdona y me da la certeza de su misericordia, porque nos podemos encontrar desde nuestra propia debilidad, no tenemos que estar todo el tiempo auto exigiéndonos y queriendo ser perfectos, sino que nos descubrimos hermanos también desde la vulnerabilidad y porque, como decía, el bien, la vida siempre triunfa, no porque lo diga yo, sino porque nuestra fe nos dice que Jesús venció a la muerte para siempre con su resurrección.
Creo que en los días pasados en la peregrinación a la Virgen de Güer Aike, nos volvimos a sentir pueblo peregrino, nos volvimos a sentir todos necesitados uno de los otros, ayudándonos, pasándonos una fruta, una botellita de agua, caminando juntos, cada uno a su ritmo pero todos como pueblo que elegía el buen camino, porque elegía el camino a la Virgen.
Y después sin lugar a dudas la fiesta de lo que significó los más de 100 bautismos. Bautismos donde cada hermano venía con su historia, gente mayor de más de 80 años, bebés de un mes, padres que bautizaban a sus hijos, hijos que traían a sus padres, chiquitos con alguna dificultad que sus padres aprovechando esta facilidad de bautizarlo los traían a los pies de la Virgen para que sean bautizados. Así, ¡cuánta vida, cuánta alegría hubo! Cada uno después volvió a su casa y se habrá encontrado con un montón de problemas, pero esa alegría de fondo no se va más, y eso es lo que me gustaría que pueda quedarnos de la misa de hoy.
En el evangelio, Juan Bautista se encuentra con la gente y muchos le preguntan ¿qué debemos hacer? Entonces, nosotros hoy también nos podríamos preguntar ¿qué debemos hacer para poder sostenernos en la alegría? y creo que, los ejemplos del evangelio son muy buenos: en el primero, Juan les dice: compartan y el que tenga dos túnicas dé una, el que tenga qué comer de otro tanto, parecería que si somos generosos y solidarios podríamos sostenernos en la alegría. A los otros le dice: no exijas más de lo estipulado. Quizás sea bueno en este tiempo no exigirnos demasiado a nosotros mismos y no exigirles demasiado los demás, aflojar un poco podríamos decir, no ser tan exigentes; puede ser también, un buen motivo para sostenernos en la alegría.
Y a unos soldados les responde la tercera pregunta que le hacen: ¿qué debemos hacer? No extorsionen a nadie, no hagan falsas denuncias, parecería que también sostenernos en la alegría se puede cuando somos muy honestos, cuando llegamos a la noche y apoyamos la cabeza en la almohada y nos dormimos tranquilos, cuando tenemos la conciencia limpia.
Parecería que ser generosos, no exigir, ni exigirle mucho a los otros y aflojar un poco, y ser honestos y de conciencia limpia, también son motivos para sostenernos en la alegría.
Termino, tenemos que cuidarnos de la gran enemiga de la alegría que es la tristeza. Un monje del siglo IV, Evagrio Póntico, hace muchos años pero parecería que la humanidad no cambia, decía que la tristeza es un gusano del corazón que corroe la vida. Y así es, la tristeza nos corroe la vida, por eso queremos que esta alegría profunda no se despegue nunca del fondo del corazón y que tenga estos motivos que dije yo y quizás otros, para que más allá de los problemas cotidianos nosotros podamos decir: ´que aunque sea de noche seguimos siendo cristianos alegres´.
El año pasado murió un gran obispo brasileño Pedro Casaldáliga, era obispo y, a la vez, era un gran poeta y él dice que, para sostenernos en la alegría, tenemos que adelantar resurrecciones, tenemos que ayudar a nuestra gente a que pueda vencer la muerte, ayudar a otros a que resuciten y se pongan de pie, y lo dice hermosamente así:
“Para que Dios se vea Dios ahora, hay que ir haciendo el Reino, a contramano de cualquier otro reino; y es la hora de que este mundo lobo sea humano”.
Ojalá cada uno de nosotros pueda ir haciendo el reino a contramano y entre todos hacer un mundo más humano donde reine la alegría.
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LECTURA RECOMENDADA PARA LA SEMANA
· Francisco, homilía 6 mayo, 2016: Con la alegría y con esperanza: https://www.vatican.va/content/francesco/es/cotidie/2016/documents/papa-francesco-cotidie_20160506_alegria-esperanza.html
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