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2022-12-19 | TEDEUM por los 137 años de Río Gallegos

Homilía de Mons. Jorge García Cuerva en la Catedral de Río Gallegos


El Evangelio que proclamamos comienza relatando la vida de unos pastores, cuidadores de animales que por turnos vigilaban sus rebaños.


Hombres sencillos, hombres de pueblo; rudos, sin estudios, pero con esa sabiduría propia de los pobres.


Pensaba entonces qué tienen hoy para enseñarnos estos pastores, porque como dice Francisco Estamos llamados a descubrir a Cristo en los pobres, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos, a escucharlos, a comprenderlos y a acoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos.


En primer lugar: los pastores vigilan, están alertas, están despiertos.

Como dice San Pablo en la primera lectura: “es hora de despertarse” porque podemos estar con los ojos abiertos, pero dormidos; atontados, y anestesiados por las luces de las próximas fiestas, por los ruidos de los festivales, por los goles del mundial, por el acelere propio de esta época del año.


Estar despiertos es estar atentos a lo que pasa, es tener todos los sentidos en acción, es comprometernos con este tiempo; tiempo desafiante y complejo… pero nuestro tiempo, en el que tenemos que ser protagonistas, no meros espectadores que miran pasar la historia desde la tribuna de la vida.


Vigilantes, pero no como francotiradores aislados, o líderes personalistas que se creen los salvadores; sino unidos, trabajando en equipo, asumiendo que el otro es mi hermano, no mi enemigo. Por eso los pastores vigilan por turnos, se organizan. Son conscientes de su limitación, de su fragilidad. Saben que ninguno de ellos tiene toda la fuerza y energía para vigilar y defender solo los animales durante toda la noche.


La experiencia del Mundial es fiel reflejo de todo esto. Ser equipo más allá de las individualidades. Ayer Leo Messi escribía un tweet: “Demostramos una vez más que los argentinos cuando luchamos juntos y unidos somos capaces de conseguir lo que nos propongamos. El mérito es de este grupo, que está por encima de las individualidades, es la fuerza de todos peleando por un mismo sueño que también era el de todos los argentinos…lo logramos!”


Estamos llamados a hacer carne las palabras de Francisco en su última Encíclica Fratelli Tutti: Nadie puede pelear la vida aisladamente. Se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. ¡Qué importante es soñar juntos! Solos se corre el riesgo de tener espejismos, en los que ves lo que no hay; los sueños se construyen juntos”.


Los pastores vigilan por turnos y lo hacen durante la noche. No se dejan ganar por la oscuridad de los miedos y la desesperanza; por las sombras de la injusticia, por las tinieblas del egoísmo y de la división entre hermanos, por la noche de la grieta.


Al contrario; tienen, como dice San Pablo, la certeza de que la noche está muy avanzada y se acerca el día; como decía el obispo brasileño Helder Cámara “No debemos tener miedo de la oscuridad de la noche que cubre a la humanidad. De la noche más negra surge la mejor aurora”


Tantos hermanos, 18 millones de argentinos, que viven en la oscuridad de la pobreza y de la indigencia. Y por eso, hoy más que nunca, como aquellos pastores, tenemos que estar vigilantes y ser luz de esperanza a pesar de todo.


Precisamente porque están atentos y despiertos, los pastores pueden recibir la noticia del Ángel, la mejor noticia: Ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor. Ayer Scaloni, el director técnico, comenzó la conferencia de prensa diciendo “El partido fue una locura”; y sí...y la primera locura es de Dios en Navidad: un Dios enamorado de la humanidad se hace uno de nosotros, se solidariza con nuestra vida, no desde atrás de un escritorio o desde un atril, sino desde un pesebre asumiendo nuestra fragilidad, con todo lo que ello implica.


Dios “no toca de oído”, se mete de lleno, se compromete a fondo con la humanidad: sabe de familia porque la tuvo, sabe de migraciones y exilio porque se crió en Egipto, en tierra extranjera, sabe de amigos y de traiciones; sabe de dolores y de cruces. Su compromiso fue hasta dar la vida… ¿Cómo es el nuestro?


Que despiertos; que, trabajando en equipo, de manera articulada, con esperanza en medio de la noche de los problemas de nuestra realidad; que, jugándonos la vida en el compromiso con todos, especialmente los más pobres y los que sufren, podamos reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amistad social que integre a todos. Esto no es una utopía.


El partido de ayer, como el partido contra Países Bajos, fue demostración de lo que somos. Jugamos el partido de la vida; tenemos nuestros momentos de alegría y triunfo, nuestro 2 a 0; y como siempre, los argentinos nos agrandamos. Tenemos nuestros momentos de sufrimiento, y nos sentimos derrotados. Tenemos nuestros cansancios cuando la vida nos duele por tantas patadas recibidas. Pero podemos resurgir, y si el partido fue una locura como dijo Scaloni,, seguir soñando las locuras de Dios: ser hermanos, construir un país más justo y fraternos, perdonarnos y tirar para adelante.


Este es nuestro compromiso con la historia, con esta, nuestra hora; algunos nos dirán que somos ilusos soñadores, pero no importa. Los sueños nos impulsan hacia adelante, nos dan energías, y son luz en la oscuridad de la vida. Soñar es animarnos a recuperar los ideales. Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, pero todos hermanos.


Porque como dice la canción (cuya letra el autor actualizó anoche):


Muchachos

Ahora nos volvimos a ilusionar

Ganamos la tercera

Otra vez campeón mundial.


Mons. Jorge García Cuerva

Obispo diocesano

19 de diciembre 2022

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