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Tedeum por el 134º aniversario de la fundación de la Ciudad de Río Gallegos

19 de Diciembre de 2019. Catedral Nuestras Señora de Luján, Río Gallegos.

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"En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue.

En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: « ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!». Después que los ángeles volvieron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos a Belén, y veamos lo que ha sucedido y que el Señor nos ha anunciado». Fueron rápidamente y encontraron a María, a José, y al recién nacido acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que habían oído decir sobre este niño, y todos los que los escuchaban quedaron admirados de lo que decían los pastores."

 

La ciudad de Río Gallegos fue fundada en vísperas de la Nochebuena, a días de la celebración de la Navidad. Por eso estamos invitados a ir al corazón de la Navidad, y desde allí, reflexionar sobre la realidad de nuestra ciudad y su gente.

María y José se vieron obligados a marchar, salieron de Nazaret, y se dirigieron a Belén. Dejaron su gente, su casa, su tierra; se pusieron en camino. Seguramente con mucha esperanza en el futuro, pero también con la incertidumbre ante lo desconocido, y el desgarro interior por del desprendimiento de los afectos.

Como muchos pobladores de esta ciudad multicultural, venidos de distintos lugares, con distintas motivaciones, con diversas historias, pero todos heridos por la misma nostalgia.

El Evangelio de hoy nos dice que Belén era una tierra que no los esperaba a José y María; una tierra en la que no había lugar para ellos. Roguemos a Dios que Río Gallegos siempre sea una ciudad con lugar para todas y todos, una ciudad acogedora donde nos podamos sentir verdaderamente hermanos.

Justamente, María y José, los que no tenían lugar, son los primeros en abrazar al Niño Jesús, aquel que viene a darnos carta de ciudadanía a todos como Hijos de Dios.

En los pasos de María y José se esconden tantos pasos: las huellas de los que se levantan diariamente para trabajar, de los niños que van a la escuela, de los ancianos, testigos de la historia de la ciudad; de los que la recorren sin rumbo fijo, de los que recién llegaron y rumbean en busca de trabajo o lugar donde dormir; de los que más allá del viento y el frío siguen apostando por la reconstrucción de una ciudad que, como es nuestra casa común, tenemos que cuidar juntos.

El Papa Francisco en la encíclica Laudato Si, nos dice que el ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos, y no podremos afrontar adecuadamente la degradación ambiental si no prestamos atención a causas que tienen que ver con la degradación humana y social. Y más adelante, no hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente cuidar la naturaleza.

El estado general de la ciudad, sus calles, sus espacios públicos, sus barrios periféricos, el vaciadero, son problemas ecológicos y humanos a la vez, que afligen a muchas familias, y que nos llevan hacia la cultura del descarte que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura.

Pero volvamos al pesebre….la fe de la Navidad nos mueve a reconocer a Dios presente en todas las situaciones en las que lo creíamos ausente; Él está entre nosotros; nos ha nacido un Salvador, el Emmanuel, que significa Dios con nosotros; que nuestros corazones sean un pesebre donde nazca el Niño Jesús; que cada familia, cada asociación civil, cada escuela, cada oficina, cada punto de la ciudad, hasta el más distante, sean un pesebre que reciba al Niño que quiere nacer, y hacer nuevas todas las cosas.

Aquella noche, el que no tenía lugar para nacer es anunciado a aquellos que no tenían lugar en las mesas ni en las calles de la ciudad. Los pastores son los primeros destinatarios de esta buena noticia. Por su oficio, eran hombres y mujeres que tenían que vivir al margen de la sociedad. Las condiciones de vida que llevaban, los lugares en los cuales eran obligados a estar, les impedían practicar todas las prescripciones rituales de purificación religiosa y, por tanto, eran considerados impuros. Su piel, sus vestimentas, su olor, su manera de hablar, su origen los delataba. Todo en ellos generaba desconfianza. Hombres y mujeres de los cuales había que alejarse, a los cuales temer; se los consideraba paganos entre los creyentes, pecadores entre los justos, extranjeros entre los ciudadanos. A ellos (paganos, pecadores y extranjeros) el ángel les dice: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor» (Lc 2,10-11).

También los magos de Oriente reciben la Buena Noticia del Nacimiento; tienen otro origen, otra cultura, otro idioma, viven en medio del refinamiento de sus palacios, seguramente sin necesidades económicas; pero con un corazón humilde que reconoce a Dios en el Niño recién nacido, y muy generoso, porque le llevan de regalo sus más preciados dones; no dan de lo que les sobra, como tantas veces hacemos nosotros.

Pastores y Reyes Magos, tan distintos, pero tan unidos; tan diversos, pero tan parecidos; ambos escuchan el clamor de la tierra, siguen a la estrella de Belén, y ambos escuchan el clamor de los pobres, que desde una cunita de paja, llora en la vida de un bebé recién nacido.

Que ese llanto, el llanto del Niño de Belén, nos despierte de la indiferencia y abra nuestros corazones ante el que sufre.

El Papa Francisco nos dice que María supo transformar una cueva de animales, el pesebre, en la casa de Jesús, con unos pocos pañales y una montaña de ternura. Que todos nosotros, cada uno desde su responsabilidad, pero todos como ciudadanos comprometidos, transformemos esta ciudad de Río Gallegos que tanto queremos, con esfuerzo, con trabajo, con honestidad y con diálogo.

Feliz cumpleaños Río Gallegos, ¡Dios bendiga a todos sus habitantes!

 

Monseñor Jorge García Cuerva

Obispo de Río Gallegos

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