Adviento significa venida. Este tiempo nos prepara para la venida del Señor. Como el desafío de los primeros habitantes: hacer presente a Jesús en este suelo amplio, de horizontes increíbles, donde el sol brilla hasta la medianoche, donde los vientos azotan el suelo y al hombre. Donde el nombre Santa Cruz y Tierra del Fuego, lo dicen todo, más en lenguaje espiritual podemos decir, la Cruz que salva, que redime y nos ilumina el fuego del Espíritu Santo, a lo largo de tantas generaciones.
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PASADO: venida histórica a Palestina, venida histórica, que hace 500 años vivieron los primeros misioneros en nuestra Diócesis de Río Gallegos.
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PRESENTE: venida sacramental, hoy, como iglesia diocesana que te recibe en cada Eucaristía.
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FUTURO: venida gloriosa al fin del mundo, dando la vida por el hermoso sueño de ser hijos de Dios y hermanos. Cristo viene hoy y aquí, a nosotros, dentro de nosotros. A este su pueblo que peregrina en la Diócesis desde hace 500 años, cuando fuimos iluminados por la Luz de su presencia en la Eucaristía, participando su misterio Redentor a nuevos horizontes, que los ojos humanos no alcanzaban a divisar.
Su Palabra sembrada en los corazones misioneros, de hombres y mujeres que se aventuraron al desafío de sembrar en lugares áridos, en espacios inmensos dejaron huella en nuestras provincias. Los nombres no son importantes, sí lo es Cristo, esa huella grabada en los corazones que nos hace miembros de la familia de Dios.
La primera semilla arraiga en nosotros. Nos hace su cuerpo. Exactamente igual como la semilla se prolonga en el fruto. Esta es la verdad de fe más grandiosa. Quien quiera encontrarse con el Cristo viviente, debe penetrar en el misterio de su presencia, a través de la liturgia. “En la Eucaristía celebrada aquél 1 de abril de 1520, también hubo lugar para todos, incluso para los que ya estaban pergeñando una traición. Roguemos a Dios que en nuestras comunidades también haya lugar para todos, que nadie quede afuera, que nadie sea excluido…” (Mons. Jorge García Cuerva)
Que este tiempo de Adviento nos comprometa en nuestras comunidades a que nadie quede afuera, preparemos el corazón, vivamos la cercanía y presencia del Señor.
Los grandes testigos del Adviento
Son tres: El profeta Isaías, Juan el Bautista y la Virgen María.
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Isaías: anuncia cómo será el Mesías que vendrá. Sacude la conciencia del pueblo para crear en él actitud de espera. Exige pureza de corazón.
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Juan el Bautista señala quién es el Mesías, que ya ha venido. Él mismo es modelo de austeridad y de ardiente espera.
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María: es la figura clave del Adviento. En ella culmina la espera de Israel. Es la más fiel acogedora de la palabra hecha carne. La recibe en su seno y en su corazón. Ella le prestó su vida y su sangre. María es Jesús comenzado. Ella hizo posible la primera navidad y es modelo y cauce para todas las venidas de Dios a los hombres. María, por su fidelidad, es tipo y madre de la Iglesia.
Las actitudes fundamentales del Adviento
1. Actitud de espera en comunidad. Descubramos que en el otro está Cristo, nos decía el Papa Francisco. Hoy esperamos a Jesús en familia, en la primera comunidad. Que nadie quede afuera, no seamos jueces condenatorios, que levantamos el dedo acusador opinando de la manera de vivir de los demás. Quitemos la viga de nuestros ojos del corazón. El mundo necesita de Dios.
2. El retorno a Dios. El Adviento nos ayuda a conocer mejor a Dios y su amor al mundo. Se encarna en el vientre de María y nos da conocimiento interno de Cristo, que siendo rico por nosotros se hace pobre. En el transcurso del Año Eucarístico, hemos recibido el alimento que nos fortalece, que nos une como hermanos, y que nos anima a ser constructores de una de una sociedad más justa y fraterna, construcción que sólo puede lograrse acercándonos a Dios.
3. La conversión. La voz del Bautista es el clamor del Adviento: «Preparen el camino del Señor…” El Papa Francisco nos pedía que ayudemos a los que la estén pasando mal, que nos preocupemos por los que están peor que nosotros. Entender el amor como salida de nosotros mismos todos los días y la solidaridad plena con los que sufren.
4. Jesús es el Mesías. Este Jesús histórico, nació en Belén, nosotros tuvimos la bendición que la primera misa fuera celebrada en nuestro suelo hace 500 años. Este Jesús, Palabra encarnada, en la diócesis de Río Gallegos, bajo la Cruz del Sur, dejó su huella, en Santa Cruz. Bendita mañana en que el Sol de Justicia se elevó sobre los mares y sobre la tierra en este suelo amado. La salvación pasa y pasó por cada corazón que lo descubrió y tuvo su encuentro personal en esta tierra.
5. Gozo y alegría. Adviento es espera gozosa, la vida nueva llega a renovar los corazones. Hoy se anuncia la fidelidad de Dios, con este pueblo y como en la primera misa en esta tierra, la llegada de Jesús en el hogar de Nazaret.