(AICA) Durante la misa del domingo de Pentecostés, celebrada por monseñor Jorge García Cuerva en la capilla del administrador diocesano de Río Gallegos y arzobispo electo de Buenos Aires, el prelado destacó las tres características de un testigo de Jesús resucitado que recibe su Espíritu Santo.
Haciendo un paralelismo entre la primera lectura, que narra la venida del Espíritu Santo, y el evangelio sobre la aparición de Jesús resucitado a los discípulos, el prelado señaló: “Esta idea de la ráfaga de viento o esta idea del soplo del Señor nos hace entender que el viento sacude, que el viento circula, que el soplo del Señor es un soplo de vida”.
Sobre las lenguas de fuego que se posan sobre la cabeza de los discípulos, explicó que “el fuego está ligado a lo que quema, pero también está ligado a la pasión. De alguna manera el fuego apasiona, el fuego quema, el fuego ilumina”.
A su vez, expresó, que “de algún modo la presencia de Jesús resucitado en medio de los discípulos en el Evangelio es una presencia luminosa, que si bien tiene las marcas de los clavos en sus manos y en el costado es una presencia nueva, llena de vida”.
“Justamente es el Espíritu Santo el que está expresado con el viento, está expresado con el fuego; y es propio del Espíritu abrir y por eso se abrirán los corazones de los discípulos. Ya no tendrán ese miedo que los encierra, porque está en medio de ellos el Señor”, sostuvo.
En ese sentido, pidió “que este Espíritu, como fuego, abra nuestros corazones y ventile y arrastre todo rencor, toda bronca, todo odio; abra nuestras mentes y también sople fuerte y se lleve toda intolerancia; abra nuestra comodidad, esa fatiga espiritual que a veces hace que no queramos o no podamos ser la Iglesia en salida que nos propone Francisco”.
“Un testigo del Señor resucitado que recibe su Espíritu fundamentalmente tiene que tener tres características que las dice Jesús en el evangelio: tiene que ser un testigo de paz, de alegría en el corazón y de perdón”, concluyó.+
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