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2023-06-04 | Misa del Domingo de la Santísima Trinidad

"Es urgente parecernos a nuestro Dios. Es urgente que nos volvamos a descubrir hermanos"

Misa celebrada por Mons. Jorge García Cuerva, administrador de Río Gallegos y arzobispo electo de Buenos Aires, en la Capilla del Obispado de Río Gallegos.


Como dijimos al comienzo de la Misa, hoy celebramos la Solemnidad de la Santísima Trinidad. Este Dios que es uno con estas tres personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo. La primera lectura nos da algunas notas de cómo es este Dios. Nos dice el mismo Dios que el Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse y pródigo en amor y fidelidad.


Y Moisés le pide a Dios “Si realmente me has brindado tu amistad. Dígnate, Señor, ir en medio de nosotros.” Por eso pensaba, estas características que tiene nuestro Dios. Nos dice hoy la lectura del libro del Éxodo, la primera, un Dios compasivo y bondadoso. Un Dios que nos ama profundamente. La segunda nota. Lento para enojarse. Es decir, un Dios paciente. La tercera nota. Pródigo en amor y fidelidad. Generoso en su amor. Y también un Dios profundamente fiel, la 4.ª nota. Si realmente, dice Moisés, me has brindado tu amistad, un Dios amigo. Un Dios amigo. Y la 5.ª nota. “Dígnate, Señor, ir en medio de nosotros”. Un Dios que camina con su pueblo.


Fíjense como en un texto muy breve como el del Éxodo de hoy, podemos encontrar estas características de Dios.


El Dios compasivo y bondadoso, el Dios lento para enojarse, el Dios pródigo en amor y fidelidad, el Dios amigo y el Dios que camina con su pueblo. Y como dijimos, nosotros fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto, como dice el dicho popular de tal palo tal astilla. Deberíamos nosotros también, en algún punto, parecernos a nuestro Dios. Del mismo modo que te dicen a veces. Mira esa sonrisa que tenes, es la de tu mamá. Mira esa mirada, es propia de tu abuelo.


Uno tiene gestos y tiene algunas cosas del aspecto físico que son muy parecidas a nuestros familiares, a nuestros antepasados. De alguna manera, también nosotros como hijos de Dios, de este Dios compasivo y bondadoso, de este Dios fiel, de este Dios lento para enojarse, de este Dios amigo y de este Dios que camina con su pueblo, nosotros tendríamos que tener en nuestra propia vida.


Por eso insiste fuertemente en la segunda lectura el apóstol Pablo a los cristianos de Corinto cuando les dice “Trabajen para alcanzar la perfección. Anímense los unos a los otros. Vivan en armonía y en paz”. Porque en realidad, si Dios es compasivo y misericordioso y nosotros tenemos que ser así. Evidentemente tendremos que aprender a vivir en armonía y en paz con los demás. Porque voy a ser compasivo y misericordioso con el otro. Porque si Dios es lento para enojarse, yo tendré que ser un poquito más paciente y tendré que tener más lentitud en mis enojos. Vivir en paz y en armonía es también ser amigos, como nuestro Dios es nuestro amigo.


Y será también involucrarme en lo que le pasa a los demás. No desentenderme de lo que le pasa al otro. Por eso Dios camina con su pueblo. Nosotros tenemos que aprender a caminar como pueblo, todos unidos de manera sinodal, como decimos.


Creo que estamos viviendo tiempos en los que no nos estamos pareciendo tanto a nuestro Dios. No estamos aceptando fácilmente el consejo de Pablo a los Corintios de vivir en paz y en armonía. Al contrario, me parece que vivimos en una sociedad que es extremadamente cruel. Donde nos juzgamos rápidamente. Donde podemos hacer cualquier tipo de maniobra para descalificar al otro. Donde sin conocerlo, podemos decir cualquier cosa. Esa famosa grieta que no está solo en la sociedad, está primero en el propio corazón. A veces, aunque no lo hagamos de manera consciente, somos un poco usinas del odio. Vemos al otro como enemigo. Lo descalificamos. Llevamos adelante el terrorismo de las redes, de los que alguna vez nos habló el Papa Francisco.

Por eso, en esta Misa de la Santísima Trinidad, quisiera convocarlos a todos una vez más, a poder vivir lo que nos pide Pablo. Esto de vivir en armonía y en paz. Porque dice justamente Pablo que, si vivimos en armonía y en paz, el Dios del amor y de la paz permanecerá con nosotros.


Creo que tenemos una urgencia de parecernos a nuestro Dios. No podemos más seguir viéndonos de manera tan enfrentada, con tanta enemistad, con tanta crueldad, con tanta descalificación, con tanta mentira. Creo que es hora que volvamos al origen. Somos un pueblo de fe. Somos un pueblo que en general, vaya o no a misa, dice “Yo creo en Dios”.


Bueno, sí creemos en un Dios que nos creó, es el Dios de los que nos habla hoy en el Éxodo, es el Dios compasivo y misericordioso. Es el Dios lento para enojarse, es el Dios pródigo en fidelidad y amor. Es el Dios amigo que camina con su pueblo. De tal palo, tal astilla. Es urgente parecernos a nuestro Dios. Es urgente que nos volvamos a descubrir hermanos. Es urgente que vivamos el consejo de Pablo.


Vivamos en paz y armonía. Si queremos sacar adelante a nuestro país.


(*) Texto de la desgrabación de la Homilía para descargar: https://drive.google.com/file/d/12tpJO44AmncK6Mi4gTsRfy4nOlCpZyay/view?usp=sharing






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