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2021-05-16 | Homilía del 7º Domingo de Pascua - Ascensión del Señor

Lecturas de la Misa

Hechos 1,1-11.

Salmo 46.

Efesios 1, 17-23.

Evangelio según san Marcos 16, 15-20.

 

HOMILÍA


Hace unos días leyendo un artículo de teología un teólogo brasilero, Leonardo Boff, vi como necesario aclarar algunas ideas sobre esto de la Ascensión del Señor, como una pequeña catequesis al comienzo de la homilía, para que podamos ponernos de acuerdo sobre en qué consiste esta Solemnidad de la Ascensión de Jesús a los cielos.


En primer lugar, me parece que lo que tenemos que tener claro es que no es que Jesús sube al cielo como de repente una nave espacial sube a los cielos. No es un cohete que va a las estrellas. Y cuando hablamos de cielo no estamos hablando de este cielo que vemos nosotros con nubes, con estrellas o con sol. El cielo de la fe es distinto. El cielo de la fe no es un lugar al que vamos a ir. Sino que es una nueva situación en la que vamos a vivir. Un nuevo modo de vivir absolutamente distinto e inimaginable para nosotros. Porque en el cielo de la fe no hay tiempo. En el cielo de la fe no hay espacio. En el cielo de la fe no hay distancias.


Por eso decimos que la subida al cielo es pasar del tiempo a la eternidad. Pasar de lo visible a lo invisible. Pasar de lo inmanente a lo trascendente. No es un lugar. Es una nueva situación de vida. N o es que Jesús sube al cielo como un cohete espacial sino que se presenta esta nueva situación de vida absolutamente diversa. Este cielo en el que ya no existirán distancias, tiempo, en el que ya no habrá lugar para el espacio.


Por eso, curiosamente, hasta el siglo V, la Resurrección de Jesús y la Ascensión de Jesús a los cielos se celebraban juntas. Era la misma fiesta. Este triunfo de la vida, que era la Pascua, se celebraba junto con la Ascensión a los cielos. Porque en definitiva, es ingresar en esta dimensión de la vida eterna para siempre. Creo que después de esta pequeña catequesis, nos tiene que quedar, entonces, esta misma idea también cuando decimos que nuestros seres queridos suben a los cielos después de fallecer. En realidad lo que sabemos, es que entran en esta nueva vida, en esta nueva dimensión absolutamente distinta, casi inimaginable para nosotros, que tanto Lucas como Marcos, como algunos escritores del mundo grecorromano o del mundo judío, hablaban: de este ascenso a los cielos de personajes importantes de la historia. Hay algunos relatos sobre Rómulo que dicen que sube hacia los cielos. Hay algunos relatos sobre Alejandro Magno que dicen también que sube hacia los cielos y Lucas, entonces, aprovecha esos relatos de su época para plantear de la misma manera, con ese mismo estilo literario, el ascenso de Jesús a los cielos.


Pero vuelvo insistir: no es que Jesús sube como una nave espacial. No es que Jesús va al cielo de las nubes y las estrellas, sino que hablamos de un nuevo modo, en una nueva situación en la que, no es que vamos hacia ella, sino que entramos a partir de este momento después de la muerte.

Luego de la catequesis pensaba, en primer lugar, en Jesús. Hay un clima de despedida. Jesús se está despidiendo de los discípulos. Y en esa despedida Jesús les dice por un lado que va a seguir estando con ellos, pero al mismo tiempo les explica lo que va a pasar, les explica también que es necesario que él se vaya para que venga también el Espíritu. Les explica también la misión, en qué consiste la gran tarea que le da a los discípulos. Podríamos decir que Jesús se toma el tiempo necesario para poder conversar con ellos y explicarles. En términos más modernos, podríamos decir que hace una transición ordenada. Una transición ordenada entre su presencia física e histórica y esta presencia nueva de Jesús de manera más espiritual.


Y esa transición ordenada de Jesús y los discípulos, me parece que nos puede cuestionar a nosotros un poquito de cómo hacemos nuestras transiciones. Cómo hacemos las transiciones en los gobiernos, que a veces nos cuentan quienes van a asumir, que no les dejan, los anteriores, ni las computadoras ni los enchufes. Las transiciones ordenadas en las comunidades donde también a veces no nos tomamos el tiempo de explicarle a la comunidad el nuevo tiempo que viene después de la ida a un sacerdote, entonces casi nadie sabe ni dónde quedaron los llaveros. Las transiciones ordenadas en los trabajos. Cómo esto de vivir los cambios y vivirlos de manera sana. Porque en definitiva, si las transiciones son hechas de modo ordenado, lo hacemos en bien de nuestra gente.

Creo que cuando la transición no es ordenada, es fundamentalmente por dos cosas: primero porque hay algunos a los que les cuesta irse, les cuesta partir, están demasiado agarrados. Y por otro lado, porque hay otros que miran lo que viene con mucho miedo y son nostálgicos y aferrados al pasado, como quizás estos discípulos que se quedan mirando el cielo. Y se quedan mirando el cielo porque se quedan como añorando a este Jesús que se fue.


Por eso dejaría como primera idea que pudiésemos pensar en esto de las transiciones ordenadas. Si en lo que estamos, en el trabajo, en un servicio, en la Iglesia, en una comunidad parroquial, que lo pensemos los curas, los obispos... si podemos, por bien de nuestra gente, liberarnos y que no nos cueste tanto irnos de dónde estamos, y al mismo tiempo, que no haya quienes viven aferrados al pasado, que no se abren a lo nuevo.

El otro tema. Jesús hoy les plantea los discípulos claramente la misión y les dice entonces: "vayan por todo el mundo y anuncien el Evangelio". Y lo interesante de este planteo misionero, de esta tarea apostólica que les da Jesús, es que está muy claro qué es lo que tienen que hacer, cómo hacerlo. Lo primero es el contenido, cuál es el contenido de lo que tienen que hacer. Y el contenido de lo que tienen que hacer es el Evangelio, la Buena Noticia. Y entonces me preguntó, a veces, si en nuestras comunidades nos encontramos con la alegría de la Buena Noticia del Evangelio. Si en nuestras comunidades nos reunimos para rezar en torno a la Palabra de Dios. Si la Palabra de Dios tiene la verdadera centralidad que tiene que tener o, en realidad, mas que encontrarnos con el Evangelio de la alegría y el Evangelio de la Buena Noticia, en nuestras comunidades nos encontramos con cuatro o cinco que se están peleando por las llaves de los salones.


Creo que hoy escuchar "vayan por todo el mundo y anuncien la Buena Noticia", es volver a lo esencial. Es volver a un nuevo comienzo. Es volver a la Palabra de Dios. Justamente, el Papa Francisco plantea en Evangelii Gaudium número 11, un texto breve que dice así:

"Jesús siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y nuestra comunidad y, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece. Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual".


Recuperar la frescura original del Evangelio. Creo que entonces podríamos revisar y volver a entusiasmarnos con la centralidad de la Palabra de Dios en nuestras comunidades. El otro día me decían en una de las comunidades que visité en Tierra del Fuego: "padre, ¿qué material podemos usar para la catequesis de adultos?". Y yo les decía: "El Evangelio de Jesús". Lucas 10: el buen samaritano. Lucas 15: el padre misericordioso, la oveja perdida. Mateo 25: estuve enfermo y me visitaste, desnudo y me vestiste. La Pasión, donde Jesús nos muestra cuánto nos ama, que entrega la vida. La centralidad de la palabra de Dios. Por algo Jesús dice: "vayan y anuncien la buena noticia". Ese es el contenido.


Lo otro, es quiénes son los destinatarios. Y lo son todos. Todos porque dice: "vayan por todo el mundo". Y dice también: "hasta los confines de la tierra". Es decir, nada ni nadie puede quedar afuera del anuncio del Evangelio. El Evangelio no es para los lindos y buenos. El Evangelio es para todos. Especialmente para aquellos que se sientan más alejados. Especialmente para aquellos que más sufren. Especialmente para aquellos que tienen una vida difícil, dura y necesitan de esta Buena Noticia.


El contenido, los destinatarios, cómo. Cómo tenemos que anunciar?. Y dice Jesús: en comunidad. Dice "vayan y anuncien". Todos los verbos de Jesús son en plural. Nadie es discípulo a título privado, tenemos que aprender a trabajar en equipo como nos decía la segunda lectura, incluso, hasta soportándonos por amor.


Y después, algunas acciones que utiliza el Evangelio con algunas imágenes. Dice: "arrojarán demonios". Demonio significa "el que divide". Ojalá que cada cristiano con su testimonio, podamos sacar de nosotros la división, sacar aquello que no nos une, sacar aquello que nos divide, que nos hacen enemigos unos de otros, qué no nos permite vivir la fraternidad. De esto ya hemos hablado en otras misas. Arrojar demonios es sacar de nuestra cabeza y de nuestro corazón la división.


Después dice: "hablarán nuevas lenguas". Y esto no es que vamos a ponernos hablar otros idiomas o a ponernos hablar en raro, sino que tenemos que usar el lenguaje de hoy. El lenguaje de hoy ha sido también usar la virtualidad. El lenguaje de hoy es usar el lenguaje los pibes, el lenguaje de los jóvenes. Eso es nuevas lenguas. Nuevo ardor, nuevo vocabulario, nuevo modo de comunicar la Buena Noticia de Jesús.


Y por último, hay una imagen que dice: " tomarán serpientes con su mano", y también, "tomarán veneno mortal pero que no les hará ningún daño". El otro día recibí una imagen de whatsapp, que me la mostraron y me dio mucha gracia, donde hay una serpiente, en la fotito, que tiene una mantilla y un rosario. Y tiene abajo una frase que dice: cuando te crees buen cristiano y sos una víbora. Y yo creo que, por más que uno se ría cuando ve esa fotito, da para pensar. Una víbora con una mantilla y un rosario. Cuando te crees buen cristiano y sos una víbora.

Entonces, cuando leía el evangelio de hoy que dice que vamos poder tomar serpientes en las manos y que vamos a poder tomar un veneno mortal y no nos hará ningún daño, creo que quizá tengamos que revisar en el corazón si no hay algo de esta serpiente, porque a veces el veneno es el modo en que hablamos de los demás, a veces el veneno son las cosas que decimos de los otros, a veces el veneno es este chisme que lo único que hace es destruirnos.


Por eso los invito a releer el Evangelio de hoy. Que sintamos de verdad que Jesús nos invita a anunciar la Buena Noticia. A darle centralidad al Evangelio, a la Buena Noticia del Señor, a hacerlo en comunidad, y por sobre todas las cosas, ver que no tiene límites, porque el Evangelio es para todo el mundo hasta los confines de la Tierra. El Señor no se va. Se queda con nosotros y nos acompaña en nuestra misión.


LECTURAS RECOMENDADAS

Francisco, “Evangelii Gaudium”, n.11


 
 

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